Debemos restringir el sodio
Diversas autoridades de la salud están advirtiéndonos constantemente de reducir el sodio para mejorar nuestra tensión arterial.
En general, la población suele consumir alrededor de 3400 mg de sodio
al día, cuando se recomienda tomar solamente desde 1500 a 2300 mg por
día (3/4 o 1 cucharada sopera entera de sal).
Es cierto que reduciendo el sodio se pueden conseguir leves mejoras
en nuestra tensión arterial, especialmente en aquellos que están
empezando a padecer esta patología. Sin embargo, hay que tener en
cuenta
que la tensión arterial de por si no mata a nadie. Es cierto que es un factor de riesgo, pero no es causa necesariamente de ninguna enfermedad.
La restricción de sodio no influye en las enfermedades
cardiovasculares ni aumenta el riesgo de muerte, incluso en individuos
con una presión arterial alta. Además, otros estudios
señalan que ingerir poco sodio puede resultar peligroso, conllevando
consecuencias tales como resistencia a la insulina, incremento del
colesterol LDL, de los triglicéridos así como un incremento del riesgo
de muerte en pacientes con diabetes tipo II.
Por lo tanto,
la restricción de sodio parece mejorar levemente la tensión arterial, pero
apenas tiene beneficios a nivel de salud y no existe suficiente evidencia de que gente sana necesite recortarlo.
El azúcar es malo porque tiene calorías “vacías”
Muchos creen que el azúcar es malo simplemente porque contiene
calorías vacías, lo cual es cierto, ya que contiene muchas calorías sin
apenas nutrientes esenciales. Lo malo es que esto es simplemente la
punta del iceberg.
El consumo de azúcar puede tener
efectos adversos en nuestro metabolismo y predisponernos a
ganancias rápidas de peso y
trastornos metabólicos debido a su alto contenido de fructosa.
Cuando ingerimos grandes cantidades de fructosa, ésta se convierte en
grasa dentro del hígado y se envía fuera del mismo convertido en
partículas LMDB (lipoproteínas de baja densidad), las cuales
aumentan nuestro número de triglicéridos También pueden provocar la formación de piedras en el hígado que ocasionen enfermedades hepáticas no asociadas al alcohol.
Por si esto fuera poco, la fructosa
no reduce la grelina (la
hormona del hambre) y no influye en la sensación de saciedad del
cerebro de la misma manera que hace la glucosa. Por lo tanto,
el azúcar envía un impulso bioquímico al cerebro que
nos lleva a comer más y, en consecuencia, a engordar..
Esto se aplica a la fructosa de los azucares añadidos, pero no a los
azúcares naturales de la fruta.
De este modo, la creencia de que el azúcar es poco saludable va más
allá de que básicamente se componga de calorías vacías, ya que su
consumo puede tener efectos adversos muy graves en nuestro metabolismo y
provocar la ganancia de peso así como de otras enfermedades graves.
La grasa engorda
Parece tener sentido la afirmación de que la grasa engorda, al fin y
al cabo es la causante de que mucha gente presente un físico hinchado y
poco saludable.
Sin embargo, esta afirmación, que parece ser obvia, resulta que no lo
es tanto. A pesar de que la grasa contenga mayor número de calorías por
gramo comparado con los carbohidratos y las proteínas,
las dietas altas en grasa no hacen engordar a la gente.
Al final, el engordar o no va a depender del
contexto,
es decir, una dieta alta en grasas y carbohidratos te engordará, pero
no será la grasa la causante. De hecho, existen diferentes estudios que
demuestran como dietas altas en grasa pueden facilitar la pérdida de
peso en comparación con dietas bajas en grasa.