juanluvenegas
martes, 11 de febrero de 2014
LA MIEL, EL ALIMENTO MÁS SALUDABLE QUE EXISTE
La miel es el edulcorante más antiguo que conocemos; su particular combinación de azúcares naturales y agua es absorbida por nuestro organismo a un ritmo mucho más lento que el azúcar común, lo que significa que sufrimos menos picos de glucosa. Además, la miel es mucho más que simples azúcares, contiene cantidades pequeñas de un gran número de substancias: vitaminas, minerales, trazas de encimas, antioxidantes y aminoácidos. Estas substancias tienen mucho que ver con sus cualidades beneficiosas para la salud.
La miel protege nuestras células del estrés oxidativo al ser rica en polifenoles que actúan como antioxidantes. Los antioxidantes neutralizan los radicales libres implicados en los procesos de envejecimiento y de enfermedad (cuánto más oscura sea la miel, más rica es en antioxidantes).
La miel tiene una mezcla compleja de azúcares, pero fundamentalmente son fructosa y glucosa en un ratio aproximado de 1:1 (varía según el tipo de miel). A pesar de esta riqueza en fructosa el organismo parece asimilar la miel sin presentar los efectos negativos asociados al consumo de fructosa aislada; esto puede deberse a la acción sinérgica de las cerca de 200 substancias contenidas en la miel.
La miel favorece el crecimiento de bacterias probióticas en nuestro organismo: los oligosacáridos que contiene causan un incremento de bifidobacterias y lactobacilo al tiempo que potencian ese efecto probiótico en nuestro organismo.
Según diversos estudios en la Europa del Este, las propiedades bactericidas de la miel pueden ser muy efectivas también en la prevención de alteraciones gastrointestinales que son causadas por bacterias, tales como úlceras pépticas, gastritis o gastroenteritis.
Los factores de riesgo cardiovasculares se reducen con la miel pura no procesada porque baja los niveles de colesterol y triglicéridos e incrementa el colesterol HDL. Este efecto beneficioso se ha observado en varios estudios y ocurre a pesar de que dos de sus constituyentes (sucrosa y fructosa) están reputados como factores de riesgo para enfermedades cardiacas.
Diversos estudios han observado también que la miel ayuda a controlar el crecimiento tumoral y la metástasis por lo que podría convertirse en un complemento nutricional en las terapias del cáncer.
El uso de miel en los vendajes de heridas se remonta a la antigüedad y ahora ha sido redescubierto por la medicina moderna. Las propiedades bactericidas de la miel pueden ayudar a limpiar la infección de las heridas y su acción antiinflamatoria reduce el dolor y mejora la circulación acelerando el proceso curativo.
Lo mismo sucede en el tratamiento de quemaduras; con el incremento de la resistencia a bacterias se está dirigiendo la atención a tratamientos alternativos y se ha comprobado que la miel no procesada o diluida acelera la curación de quemaduras de segundo y tercer grado.
Ni que decir tiene que como la miel es recolectada, procesada y envasada es un factor determinante de las propiedades saludables de la miel. Solo miel pura, cruda y sin procesar puede proveer de los beneficios óptimos que hemos hablado. Esta miel la han de elaborar las abejas en un espacio limpio, sin ser alimentadas con siropes por los apicultores. No puede haber sido calentada a más de 40ºC porque se matan las encimas beneficiosas y los probióticos, no puede haber sido microfiltrada porque se pierden las trazas de polen y no se le puede haber añadido nada por ninguna razón.