juanluvenegas

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miércoles, 19 de febrero de 2014

LA DIETA HIPOCALÓRICA NO ES LA SOLUCIÓN...


Muchos de nosostros cuando empezamos a coger peso, y todo el mundo nos recuerda que "estamos más gorditos..." optamos por comenzar una dieta hipocalórica, es decir, reducir el consumo de carbohidratos para provocar un defict calórico.

La reducción de los hidratos de carbono hace que los niveles de azúcar en sangre e insulina se reduzcan, lo que va a permitir la movilización de las grasas. Además, se incrementa la secreción de catecolaminas, aumentando aún más la utilización de las grasas. Los niveles sanguíneos de ácidos grasos comenzarán a aumentar. Esto es una buena noticia, ya que se promueve la quema de grasa en los tejidos.

Este efecto se facilita si se agota el glucógeno muscular y hepático; ya que este hecho tiende a aumentar la utilización de ácidos grasos como combustible. Este aumento de los niveles de ácidos grasos en sangre también posee el efecto a corto plazo de causar resistencia a la insulina, lo cual es muy interesante ya que se promueve el ahorro de glucosa y se facilita la oxidación de las grasas. Hasta ahora todo son buenas noticias.

Por desgracia, estos efectos positivos se acompañan de otros aspectos negativos. A pesar de la caída de los niveles de insulina, la cual beneficia la movilización de la grasa, esta provoca otros problemas. Uno de estos es que se facilitará la unión de la testosterona a la hormona sexual de globulina vinculante (SHBG), disminuyendo los niveles de testosterona libre.

Además de esto, la insulina es un anticatabólico para el músculo, al inhibir la degradación muscular. El aumento de los niveles de cortisol que conlleva la restricción calórica, favorece la degradación de proteínas, además estimula la conversión de proteínas en glucosa en el hígado. El cortisol también evita que el aminoácido leucina estimule la síntesis proteica. Además, la disminución de los niveles de energía muscular afecta a la síntesis proteica (aunque aumentan la oxidación de ácidos grasos).

Además de esto,  existe cierta evidencia de que los altos niveles de ácidos grasos en sangre provocan que los tejidos se vuelvan resistentes a la hormona tiroidea. Junto a esto, también se produce una caída en la actividad del sistema nervioso. Y además de la reducción de las hormonas tiroideas, la insulina y la leptina, se produce una desaceleración metabólica.

Una dieta hipocalórica es necesaria para la pérdida de grasa, pero esto conllevará un impacto negativo en la masa muscular. También provoca diversas adaptaciones que dificultan una mayor pérdida de grasa.
Como veis, reducir los hidratos de carbono no es una solución eficiente al problema del sobrepeso, como tampoco lo es dejar de comer. Una dieta equilibrada con todos los nutrientes en su justa medida y ejercicio físico son la única alternativa a los kilos de más.