El atún se convierte en uno de los pescados azules más consumidos en nuestro país, probablemente porque además de encontrarlo en las pescaderías, lo encontramos en las estanterías de los supermercados en forma de latas (con aceite de oliva, aceite de girasol, al natural o incluso con otros ingredientes como el tomate).
Aunque debemos tener cuidado con el atún envasado o
enlatado, porque en ese proceso lo más habitual es que pierda la mayoría
de su alto contenido en ácidos grasos omega-3, de ahí que siempre lo más aconsejable sea consumirlo fresco, elaborado por ejemplo a la plancha o al vapor.
De hecho elaborado a la plancha resulta delicioso, a
la par que nutritivo, mientras que crudo o ligeramente cocinado es un
pescado fundamental de la cocina japonesa, donde es un ingrediente
principal del famoso sushi.
Todo ello es debido, por un lado, a su gran versatilidad en la cocina y su suave y delicioso sabor, además de las diferentes propiedades que encontramos en el atún.
Es una de las fuentes más excelentes en ácidos grasos omega-3, siendo sumamente rico en grasas DHA y EPA. Como de buen seguro sabrás, ambas grasas protegen y previenen de las enfermedades cardiovasculares, ayudando a mantener sano el corazón, además de a cuidar el cerebro.
También destaca su alto contenido en proteínas, indispensables para el correcto funcionamiento de nuestro organismo al convertirse en nutrientes indispensables.
En lo que se refiere a su contenido en minerales, destaca sobretodo la existencia de magnesio y selenio, que precisamente complementan la acción de los omega-3, gracias a que también ayudan a cuidar el corazón.
En lo que se refiere al contenido en vitaminas, destaca su contenido en vitamina E (una vitamina potente antioxidante), y en vitaminas del grupo B (como la vitamina B12, útil para mejorar la circulación).