juanluvenegas

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martes, 9 de septiembre de 2014

UN POCO DE PSICOLOGÍA DEPORTIVA: MIEDO AL FRACASO


El temor al fracaso provoca la evitación de cualquier situación de competición, disminuyendo la autoestima del deportista y la confianza en sí mismo. Esa falta de confianza, refuerza la evitación y así continuamente.

Que nadie se sorprenda ni se preocupe en exceso, el miedo es una emoción básica y por lo tanto, imprescindible para nuestra supervivencia. Somos hijos de aquellos humanos miedosos, los valientes murieron en el camino.

El miedo es adaptativo si y solo si, el temor es real e infundado y afecta realmente a nuestra supervivencia, fuera de estas situaciones, el miedo excesivo o el miedo a situaciones “no peligrosas para nuestra supervivencia” se convierte en inadaptativo e irracional. El miedo al fracaso lo definimos como el temor a no lograr nuestras metas, objetivos o deseos.

El miedo puede limitarnos, pero el temor al fracaso, nos mantiene inmóviles.
  1. Por evitar el fracaso dejamos de actuar.
  2. Cuando no actuamos, muchos de nuestros problemas se incrementan.
  3. Nuestro bienestar disminuye.
  4. Nuestra vida y nuestras experiencias son cada vez más reducidas.
El efecto es retroactivo y circular. Todos los aspectos del temor al fracaso se relacionan y refuerzan entre sí.

Sin fracaso no hay éxito

 El problema está en lo que el fracaso significa para cada uno de nosotros y en la manera en cómo nos calificamos a través de él. Nos da miedo fracasar, porque:
  • Pensamos que el éxito y el fracaso son los dos elementos que nos califican como personas.
  • Si tengo éxito soy una persona valiosa. Si fracaso, no valgo nada y la gente me va a criticar o rechazar.
El éxito y el fracaso son sólo resultados de una conducta o una decisión adecuada o inadecuada, correcta o incorrecta. Una persona es mucho más que sus conductas y sus decisiones. Por lo tanto, éstas no pueden reflejar su valor como ser humano.

El mejor ejemplo lo tenemos con Thomas Alba Edison, que falló 10,000 veces antes de haber logrado el filamento que se utiliza en las bombillas. Un reportero le preguntó, después del intento número 5,000, si se sentía desalentado. Edison contestó que no había fallado 5,000 veces, sino que había triunfado al determinar 5,000 maneras en las cuales no funcionaba. “Lo que significa- comentó-, que me encuentro 5,000 pasos más cerca de descubrir cómo hacerlo funcionar”.

Cuando falles, no te culpes, critique o regañes. Simplemente analiza en donde estuvo el error y cual es la mejor manera de corregirlo. A partir de este análisis, haz los cambios necesarios. Recordando las palabras de Albert Einstein: La definición de locura es: hacer lo mismo y esperar un resultado diferente.

Presión por los resultados

Si algo es cierto en el mundo del deporte es que existe mucha presión sobre los deportistas. Esa presión viene generada por algo que forma parte del deporte en si mismo, es intrínseco a él mismo.

El término fracaso es utilizado en el entorno deportivo con excesiva frecuencia, justificado en gran medida, ya que la mayoría de acciones técnicas realizadas en la tarea deportiva no admiten término medio, o se hacen bien o se hacen mal; así un futbolista que no supera al contrario en un regate ha fracasado, un pase que no llega es un mal pase, un balón que no entra un error.

Con estos ejemplos, parece que la práctica deportiva gira entorno al éxito o al fracaso, lo cual puede presionar de tal manera al deportista que vaya minando su capacidad para asumir riesgos, y creando por tanto, temor ante las diferentes situaciones de la competición, y en consecuencia alentando en el sujeto la evitación de dichas situaciones.

Eliminación de temores

La incertidumbre en los resultados que obtendrán los deportistas en su competición o entreno, genera en la persona una gran presión. Altos niveles de exigencia y muchas obligaciones, hacen que, en algunos casos, se generen dudas. Dudas al respecto de si valdrá la pena tanto esfuerzo. El nivel de motivación depende del valor que se le da a la meta u objetivo junto a la probabilidad que pensamos que tenemos de lograrlo. Ambos factores son subjetivos, por lo que debemos intentar objetivarlos, para así poder manejarlos y darles la dirección que nos interesa. Cuanto más aumente el valor y la probabilidad, mayor será la motivación de logro.

Por lo tanto, la idea errónea que genera ese temor al fracaso es creer que la persona hay que valorarla en función de lo que ha conseguido, así, no es de extrañar que muchos deportistas piensen que tienen la obligación de conseguir el éxito. Esa obligación no solo puede condenarlos al fracaso, sino que genera el miedo al fracaso, que muchas veces tiene peores consecuencias. El ser humano es eso humano y por ello falible.

Ante esta obligación autoimpuesta, si damos lo mejor de cada uno, en lugar de “hacer lo mejor”, obtendremos mejora de autoestima, autoconfianza y motivación. Con esto, dejaremos de autoevaluarnos en función de los fracasos o errores y se utilizarán para afrontar mejores retos futuros, eliminando y reduciendo el temor al fracaso y reconduciendo la evitación de asumir riesgos.